Capítulo 86

Al llegar a la empacadora, corro hacia el sótano donde Lydia me espera. Con el regreso de Manuel, la alarma de la manada se restablece a "segura" y se abren todas las escotillas de los escondites. Abro la puerta del sótano y camino directamente hacia donde dejé a Lydia. Pero ella ya no está allí. Presa del pánico miro a mi alrededor, casi todas las mujeres y niños han abandonado apresuradamente la habitación en busca de su marido y su padre que lucharon en la batalla. Mi cara se pone pálida, nadie se molesta en decirme dónde está Lydia, sólo se ocupan de sus propios asuntos. Hasta que veo a mi amiga en un rincón apartado en una camilla, casi inconsciente, con el sudor en la cara. A grandes zancadas camino hacia ella, para ver que está en mal estado. Siento su frente con el dorso de mi mano, su temperatura se disparó. "Lydia, ¿me oyes? ¿Dónde te duele?". Con dificultad abre sus ojos rojos y se frota el estómago con una mano. Corro de regreso al interior de la empacadora. "¿Alguien puede