Capítulo 24
No había pasado mucho tiempo desde que José y Ángela se marcharon cuando el asistente llamó por teléfono.
—Señor Rubén, el doctor dice que los pulmones de Susana están en perfecto estado, no presentan ningún tipo de daño.
Tras decir eso, el asistente dudó unos segundos y continuó: —Revisé los antiguos informes médicos de la señora Ángela, y en efecto, hay antecedentes de daño pulmonar.
Al escuchar eso, Rubén apretó el celular con tanta fuerza que creyó romperlo. Apretó los dientes con fuerza y dijo con rabia: —¡Llévense a Susana de regreso a la villa! ¡Sin mi permiso, no se le permite salir!
Rubén colgó la llamada, ignoró los gritos de Mateo y se dio media vuelta para irse.
José llevó a Ángela de regreso a casa. Al notar que ya era tarde, él mismo preparó el baño para Ángela.
—Tómate un baño primero, yo iré a preparar la cena.
Ángela negó con la cabeza. —No hace falta, no tengo hambre.
Pero apenas terminó de hablar, su estómago comenzó a hacer ruido.
Ángela se sintió algo avergonzada.

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