Capítulo 45

Josefina miró hacia allá, Orlando la esperaba junto al auto, sonriéndole amablemente. Se quedó un momento pasmada. Luego bajó la mirada hacia los empleados del hotel, vestidos con uniforme negro, al pie de las escaleras, y en su cara apareció un leve destello de incomodidad. Hacía apenas un instante, su mente se había quedado en blanco y, por pura inercia, había seguido a la persona equivocada sin siquiera notarlo. Aceleró el paso para alcanzar a Salvador y le dijo: —Señor, mi auto está en el estacionamiento. Yo misma puedo manejar hasta allá. Nos vemos en el destino. Él arrugó la cara, levantó la muñeca para ver la hora y respondió en tono grave. —Haz que Orlando lo maneje por ti. Tengo prisa. Este se acercó, con una sonrisa cortés en el rostro. —Señorita, puede darme las llaves del auto, ¿por favor? Josefina asintió, atónita. Sacó las llaves del bolso y se las entregó. Una vez que las tuvo en la mano, Orlando se marchó a paso firme. Salvador ya había subido al auto. El conductor, de