Capítulo 18

—No hay cámaras de seguridad cerca de la piscina, así que no se puede reconstruir lo que ocurrió. Pero ya mandé a alguien a investigar el asunto. —¿Investigar? —Catalina lo miró con curiosidad—. ¿Y cómo piensas hacerlo? Alejandro mantuvo una expresión imperturbable; su voz, fría. —Si no hay cámaras, solo nos queda buscar testigos. ¿Testigos? Catalina recordó a aquel grupo de personas que estaba parado junto a la orilla cuando ella cayó al agua. Nadie intentó ayudarla; todos se limitaron a mirar, como si fuera un espectáculo, burlándose cruelmente de ella. Aunque hubieran visto algo, seguramente se habrían hecho los ciegos, ¿no? La voz de Catalina se volvió más ronca. —¿De verdad cree el señor Alejandro que me tiré a nadar por gusto en un clima tan helado? —Florencia dice que tú sabías que llevé a Valentina a que le aplicaran el medicamento, y que, furiosa y celosa, quisiste darles una lección. Que por eso te lanzaste a la piscina, para hacer ver que fue culpa de ella. La mirada de Cata