Capítulo 82

Alejandro esbozó una leve sonrisa, sin mostrar la menor molestia; por el contrario, se acercó a las dos mujeres. —Catalina tiene algunos malentendidos conmigo, por eso aún está molesta. No la culpo, fue mi error por no haberme explicado bien. Josefina, al ver que Alejandro no trataba de justificarse con excusas rebuscadas y que, en cambio, admitía su responsabilidad, sintió aún más aprecio por él. Le sonrió y le dijo: —Soy la madre de Catalina. Siempre he vivido en el extranjero. Esta vez vine a Puerto Esmeralda principalmente para ver cómo está Catalina y así poder darle una respuesta a su padre. El padre de Catalina, que dirige una gran empresa, no había podido venir por el momento. La voz de Alejandro era profunda y serena, y su actitud era impecable. —Suegra, por favor, pase. Entremos a la casa a conversar. Josefina notó que Alejandro no mostraba la típica arrogancia de los hijos de familias adineradas, ni una actitud altanera. Tampoco hizo preguntas incómodas, como por qué la fami