Capítulo 12

De ser una pequeña fábrica con dos empleados, Candour pasó a ser una empresa con un capital de trescientos ochenta millones, sin ayuda de inversionistas externos. Sin el respaldo de los Valentine, seguiría funcionando como siempre. Tensé la mandíbula mientras me obligaba a calmarme. Mientras seguía en la universidad, mi padre ya había empezado a llevarme a reuniones de negocios. Me entrenó para ser consciente de todos los trucos que los hombres de negocios solían jugar. Uno de sus favoritos, era hablar sin saber. Sí, el abuelo prefería transferirle sus acciones a Rainey, pero todavía no había firmado el documento, así que seguía teniendo una oportunidad. “Tía Rainey”, enfaticé la primera palabra. Para mi satisfacción, vi cómo fruncía el ceño ante mis palabras. Era sólo cinco años mayor que yo, y odiaba que le dijera «tía». Hacía sonar como si fuera una generación mayor que yo. “No sé qué hiciste para meterte entre los Valentine, pero mientras yo siga respirando, Candour nunca caerá en