Capítulo 61

Nancy miraba a esas dos personas con cierto desconcierto; ¿cómo era posible que pareciera que iban a empezar a discutir sin razón? En realidad, ella podía regresar sola. Estaba a punto de abrir la boca para decir algo, cuando de repente Teodoro se rio. Al instante, la levantó en brazos. —Señor Santiago, yo vivo con Nancy, no es muy conveniente. Además ella también está cansada, debemos regresar temprano a descansar. Nancy no esperaba que él la levantara así de repente; se asustó y dio un gritito, entonces rodeó con sus brazos el cuello de Teodoro. Cuando reaccionaron, ya habían salido de la entrada del salón del banquete. Ella quiso resistirse, pero no esperaba que Teodoro le susurrara al oído: —No olvides que aún somos socios. Nancy guardó silencio al instante; sí, ella había aceptado impulsivamente al principio. Con esa clase de persona, no se podía ser demasiado impulsiva. Teodoro la acomodó en el asiento del copiloto y giró para volver al asiento del conductor. Nancy volvió la cabe