Capítulo 40
Federico aún no sabía que, al volver a Venturis, Tomás y Leticia planeaban arreglarle una cita; Sofía escuchó lo que dijo Leticia, pero no se lo contó.
La sede del Grupo Solaris estaba en Venturis, y Federico no podía quedarse demasiado tiempo en Miraflores; en la sede lo esperaba un montón de trabajo.
Gisela retiró su mirada justo cuando Federico terminó la llamada y caminó hacia donde estaba ella.
Al pasar junto a Gisela, él solo dijo: —Nos vemos.
Gisela bajó la mirada, evitando su mirada, y respondió en voz baja: —Mm, que tengas un buen viaje.
Sofía ya estaba de espaldas, avanzando en la fila para el control de seguridad.
Federico esperó a que su hermana se alejara un poco y entonces sacó de su bolsillo un pequeño estuche de terciopelo, entregándoselo a Gisela. —Los anillos.
La respiración de Gisela se detuvo de golpe y el corazón comenzó a latirle con fuerza.
Federico habló con naturalidad: —Como te vi preocupada por la salud de tu madre, no saqué antes el tema de los anillos.
—Mad

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