Capítulo 68
—¡Señor Federico, buenos días! —A su lado, Rocío de pronto tiró de Gisela y susurró en voz baja: —Date prisa y saluda, este es nuestro presidente.
Gisela, un poco aturdida, bajó la cabeza y saludó: —Señor Federico, buenos días.
Era la primera vez que lo saludaba de esa manera y se sentía un poco extraño.
Con la cabeza baja, Gisela vio un par de zapatos de cuero detenerse frente a ella.
En cuanto él se detuvo, los dos asistentes que lo seguían también se detuvieron.
Martín vio a Gisela y su mirada se congeló un instante.
¿No era ella la señora Gisela?
¿Había venido a trabajar a Grupo Solaris?
Martín se sorprendió enormemente, aunque por fuera mantuvo una expresión imperturbable.
Federico preguntó fríamente: —¿No pudieron subir al ascensor?
Además de Gisela y Rocío, había otras tres personas que tampoco habían logrado entrar.
La frase no llevaba ningún nombre, así que los compañeros asumieron que el presidente les hablaba a todos ellos.
Entonces, alguien respondió: —Sí, señor Federico.
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