Capítulo 74
Ese día, Felipe había visto a Gisela y a su marido. Aquel hombre no se comparaba con él en absoluto, pero aun así Gisela no quiso divorciarse.
De por sí ya se sentía irritado porque Gisela lo había rechazado.
Y ahora que había vuelto a casa, Adriana todavía venía a fastidiarlo.
Felipe, con el rostro lleno de impaciencia, dijo: —Ya soy un adulto, ¿todavía necesitan controlar si vuelvo o no a casa a cenar? ¿Qué pasa? ¿Sin mí no pueden comer?
Adriana bajó el tono. —No es eso lo que quiero decir, es solo que casi no te veo y te echaba de menos.
—¿Para qué me echabas de menos?
—Eres mi prometido, por supuesto que te echo de menos.
—No me eches de menos —dijo Felipe con frialdad—. Yo no lo hago.
Adriana apretó los puños con fuerza. —¿Sigues pensando en Gisela, verdad?
—¿Y si es así? —Felipe la miró con frialdad—. Ya lo dije: la persona que realmente me gustaba era Gise. Dije que quería romper el compromiso.
—Je, je... —Adriana soltó una risa desolada, con los ojos llenos de fragmentos rotos—

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