Capítulo 93
Los ojos almendrados de Gisela estaban límpidos; cuando miraba a Federico, su mirada era tan pura que no contenía ni una sola impureza. —Él también se había quedado a trabajar horas extra.
—Mm. —En los ojos del hombre no se veía emoción alguna—. Descansa temprano.
—De acuerdo, buenas noches.
—Buenas noches.
...
Al día siguiente, Gisela acababa de llegar al trabajo cuando Andrés la llamó a su oficina.
Ella se paró frente al escritorio y lo saludó con respeto: —Señor Andrés.
Él alzó la mirada; en sus rasgos suaves ya no se veía nada de la fragilidad ni la tensión de la noche anterior.
La observó unos segundos y, con la misma voz cálida de siempre, dijo: —Gracias por lo de anoche.
Gisela respondió con cortesía y distancia, en un tono frío: —No hay de qué.
Andrés asintió y dijo: —Anoche, debido a la avería del ascensor, nos quedamos atrapados. La empresa ha dado una compensación, que se entregará junto con el salario del próximo mes. Te llamé solo para informarte de esto.
—Bien, señor Andr

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