Capítulo 14

Después de despertar tras perder la memoria, ella fue prácticamente la primera persona conocida que vi, y también mi mejor amiga. Pero la alegría no me duró mucho: su actitud fue como un balde de agua fría. No entendía por qué me trataba así, como si guardara algún rencor hacia mí. Sin poder evitarlo, le tomé la mano y, con tristeza, le dije: —Perdóname, Carmela... Si hice algo mal, ¿me lo puedes decir? No te enojes así... Ella, como si hubiera visto un fantasma, apartó de golpe mi mano y luego la extendió para tantear la temperatura de mi frente. —Bianca, ¿no tendrás fiebre? Me preguntó, fijando sus ojos en los míos. —¡Hace cinco años que no me hablas! ¿Acaso no te bastaba con estar pegada a tu querido Salvatore? ¿Ahora que él ya no te quiere, vienes a buscarme? De sus pocas palabras extraje la información más importante... Llevábamos cinco años sin hablarnos. Carmen cruzó los brazos, todavía con un tono de enfado en la voz. —Después de que ustedes se casaron, al principio yo estaba m