Capítulo 10

Guillermo miró la expresión de asombro de su asistente. —¿Estás sorprendido? Su asistente respondió con impotencia: —Solo me parece que la preocupación que muestra por la señorita parece superar, por mucho, la que siente por Dolores. Él guardó silencio por un momento y luego dijo: —Eso es porque mi vida entera se la debo a Vivi. —Si no fuera por ella, yo no estaría vivo... En la copa de cristal se reflejaba su perfil bien definido. Esos ojos, normalmente fríos y contenidos, mostraban un matiz de ternura. Los recuerdos de cuando fue secuestrado volvieron a su mente. Veinte años atrás, había sido raptado por traficantes de personas. Como se negó a cooperar para extorsionar a la familia Fernández de Córdoba, lo golpearon hasta y lo arrojaron en una jaula, encerrado como un perro. Durante tres días, no le dieron ni una gota de agua ni un bocado de comida. Sintió cómo su vida se iba desvaneciendo poco a poco. Cuando pensaba que moriría, una pequeña mano sucia, que sostenía medio trozo de pa