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Capítulo 3

Suzie Las chicas nos dejaron solos, pero Felix ni se me acercó. Me levanté con mucho esfuerzo y se me quedó mirando mientras me acercaba al caño para limpiarme la sangre. Me mojé la cara y el cabello asegurándome de sacar todo rastro del daño que me habían hecho. Miré de reojo a Felix pero este solo se había quedado en silencio juzgándome con los ojos. A veces quería odiarlo tanto como me odiaba porque mi vida había ligeramente mejor antes. Había tenido amigos, había tenido una buena reputación y le había agradecido a la diosa por habérmelo dado. Una vez había sido el amor de mi vida, mi primero en todo. Le había dado todo lo que me había pedido y todos habían dicho que éramos una de las parejas más candentes de la escuela. Felix había sido lo único bueno que tenía, pero después de que se había enterado de lo que mi padre me obligaba a hacer, él había sido quien había comenzado los rumores. También había sido el primero que me había molestado y quien había impulsado a que Leah me odiara. —¿Vas a quedarte ahí para siempre? ¿No tienes clases hoy? —me preguntó, pero no le respondí nada, en su lugar, me acerqué a la secadora. Segundos después lo sentí en mi cuello y me quedé quieta—. Me debes una. —¿A qué te refieres? —le pregunté con miedo, tartamudeando. Levantó la mano para jugar con un mechón de mi cabello y me susurró en el oído que no salvaba a las personas por altruista. De ahora en adelante, le debía una, y vendría a pedir el favor en cualquier momento. Luego, me dijo que me fuera a clases antes de que cambiara de opinión y llamara a Leah para que volviera a golpearme. Se alejó y me señaló la puerta con una sonrisa horrible. Me hubiera gustado gritarle todo lo que pensaba de él, pero sabía que eso sería peligroso. Así que me comí el poco orgullo que me quedaba, apreté los puños y me fui con la cabeza gacha. —¿De dónde vienes? —preguntó el profesor cuando me vi con desdén. —Alfa Felix me pidió un momento —le dije antes de tomar asiento. —Huele horrible. —¿Acaso no se vio en el espejo antes de venir? —¿Acaso su padre es tan pobre que no tienen espejos en su casa? —Debería abrir las piernas para que un viejo de esos le de dinero y le arregle la vida. Apreté la mandíbula cuando escuché a Leah y a sus amigas burlarse de mí. El resto de la clase les siguió el juego, así que me concentré en ponerme al día y tomar notas de la clase. La profesora también me vía como una paria. Apreté los labios con fuerza y traté de contener el nudo que se me había formado en la garganta. —Recuerda que esta es la mejor escuela de la manada, nuestra imagen se ve reflejada en cada uno de ustedes. No puedes andar con ese tipo de ropa aquí y también usa perfume la siguiente vez que hueles a podrido —dijo, arrugando la nariz y fulminándome con la mirada. ... Tuvimos la última clase del día y suspiré con alivio. Pasé por delante de Leah y su séquito, pero no me dijeron nada posiblemente por la amenaza de Felix. Le debía una por eso, pero traté de concentrarme en las cosas buenas del día. Hoy obtendría a mi loba y finalmente podría ser libre. Tendría mi venganza y todo mi sufrimiento terminaría. Sonreí, a pesar de todo, mientras me imaginaba lo bonita que podría ser mi vida. Si la diosa me bendecía, podría derrotar a mi padre y hacer que Leah dejara de molestarme. Quizás, podría hacer que Felix me escuchara también. —Su, ¿a dónde vas? —me preguntó la voz de un hombre y me congelé en mi lugar cuando lo reconocí. Blair me estaba sonriendo con malicia y no me atreví a hacer nada, sentí que tenía una pistola apuntada a la cabeza. ¿Por qué me tenía que pasar esto? Pensé que ya se habían divertido lo suficiente conmigo, pero siempre era lo mismo. No me mataban porque querían perdurar esta tortura para siempre. Querían seguir probando diferentes métodos de crueldad para ver cuál me hacía sufrir más. Escuché pasos acercándose por detrás y vi aparecer al mayor de los hermanos. ¿Qué estaba haciendo Asher aquí? Nunca antes había participado de esto, pero tampoco había detenido a sus hermanos. Finalmente, lo habían convencido para que se uniera, supongo. Me mordí el labio y los saludé con miedo. Tenía el corazón latiéndome a mil por hora. Intercambiaron miradas lo que me puso alerta y retrocedí un paso. Sorprendentemente, Blair me miró con pena y se aclaró la garganta antes de poner las manos en la espalda. —Escuchamos que es tu cumpleaños y queríamos disculparnos —comenzó y me quedé mirándolo con suspicacia—. Sé que no te hemos tratado bien en el pasado, pero, por favor, danos una oportunidad para mostrarte que hemos cambiado. —No necesitan hacer nada, merezco todo lo que me han hecho. Por favor, solo déjenme ir —les pedí, pensando que si me ponía de rodillas sería mejor. No les creía que habían cambiado y tenía mucho miedo de lo que harían si bajaba la guardia. Se me llenaron los ojos de lágrimas. No creía que pudiera soportar más hoy día, quería que mi loba apareciera lo más pronto posible. Los chicos se miraron entre sí con resignación. —¿Quieres irte tan rápido porque alguien te esperando? ¿Quizás te harán una fiesta? Asher me miró con atención pero me burlé internamente ante la noción que mi padre me hiciera algo cuando casi me había matado en la mañana. —No, solo quiero hacer mi tarea lo más pronto posible. Una persona como yo no tiene a nadie esperándola, mucho menos una fiesta de cumpleaños. Por favor, Alfa Blair, Alfa Asher, déjenme ir. Les prometo que no tendrán que verme de nuevo. —Nuestra pobre princesa, Asher, ¿crees que nos hemos pasado hoy? Tenemos que celebrarte su cumpleaños —dijo Blair sonriendo de oreja a oreja. No esperaba que el mayor estuviera de acuerdo, pensé que se negaría, pero aceptó para mi sorpresa. —Si quieres celebrar tu cumpleaños con nosotros, nos aseguraremos de hacerte feliz. Me dio pánico, tendría que llevarlo a mi casa ahora, pero al menos tenía un arma escondida debajo de mi almohada, así que estaba preparada si querían hacerme algo. —¿Dónde es tu cuarto? —preguntó Blair entrando a mi casa, y me volteé con una pequeña sonrisa. —Arriba. Corrí hacia mi cuarto, dejé la mochila en el suelo y metí la mano debajo de la almohada. El frío del arma me recibió y me tranquilizó de inmediato. Si intentaban hacer algo, no lo pensaría dos veces antes de matarlo. Me volteé para hablarles pero me detuve cuando noté que Asher estaba cerrando la puerta. —¿Qué están haciendo? —pregunté con los ojos abiertos de par en par. —Hemos escuchado que tienes un buen cuerpo y que eres muy buena complaciendo a los hombres. Veamos de lo que estás hecha —dijo Blair después de confirmarlo con su hermano. No podía creer lo que había escuchado, realmente querían aprovecharse de mí. Miré a Asher y noté que me estaba mirando con lujuria. —Suzie, sabes que lastimaste a Felix, queremos que arregles las cosas. Así que sé una buena chica y quítate la ropa —pidió Asher antes de echarse a reír.

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