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Capítulo 6

Después de que Carla se preparaba para el divorcio, Teodoro había estado manteniendo una relación clandestina y desenfrenada con Lorena. Tal vez pensara que, debido a que a Lorena no le quedaba mucho tiempo de vida, debía aprovechar cada oportunidad para estar con ella tantas veces como fuera posible, ya que después no tendría ninguna otra oportunidad. Así que, cada vez que podía, la sujetaba contra él y la poseía con locura. Y cada vez que tenían esos encuentros secretos, Lorena los grababa en secreto y se los enviaba a Carla. No solo lo hacían en el estudio; durante sus carreras matutinas, también liberaban sus deseos en el parque cercano, e incluso cuando Teodoro estaba en el trabajo, llevaba a Lorena con él a la oficina. En los vídeos que Lorena le mandaba, incluso había escenas de ella bajo el escritorio, complaciendo en todo a Teodoro... La energía de Lorena no era en lo absoluto la de una persona a punto de morir. No importaba lo que Teodoro le hiciera, ella siempre lo soportaba, e incluso parecía disfrutarlo demasiado. Carla había investigado en secreto y había descubierto que Lorena en realidad no padecía linfoma; todo aquello no era más que una nefasta mentira que había inventado para poder mudarse de forma descarada a la casa de los Flores. Esa mentira era tan absurda que Carla había descubierto la verdad con solo una pequeña investigación. Si Teodoro quisiera averiguarlo, ¿cómo no podría hacerlo? A simple vista se podía apreciar que él no quería investigar, porque así podría seguir disfrutando de su relación con Lorena sin ningún tipo de remordimiento. —Carla, en realidad eres una persona cobarde —Al ver que había mandado tantos vídeos y que Carla no mostraba ningún tipo de reacción, Lorena al final perdió la paciencia. Se acercó para tratar de provocarla. —Teodoro está todas las noches encima de mí, me deja tan cansada que apenas puedo sostenerme en pie. —¿Vas a seguir mirando sin hacer nada al respecto? Eres una inútil, ni siquiera tienes el valor de enfrentarte a Teodoro. —¿Tanto miedo tienes de que él te abandone? Por fuera pareces tranquila, pero en realidad estás aterrorizada, ¿verdad? —¿Acaso tienes miedo que, si haces un escándalo, Teodoro me elija a mí y no a ti? Carla levantó los párpados y miró a Lorena con cierta indiferencia. —¿Tan segura estás de que Teodoro te elegirá a ti? —Por supuesto —Lorena sonrió con arrogancia—. Si no me crees, ya lo veremos. Apenas terminó de hablar, un auto se lanzó de repente a gran velocidad en dirección a donde estaban ellas. Teodoro estaba cerca, y fue el primero en notar lo inusual de la situación. De inmediato, dejó caer todo lo que tenía en las manos y, sin pensarlo dos veces, corrió directo hacia Lorena con desesperación. —¡Lorenita, cuidado! —Él protegió a Lorena con su cuerpo, apretándola con fuerza detrás de él. Pero Carla no tuvo tiempo alguno de apartarse; el auto la atropelló y la lanzó por los aires. Antes de perder el conocimiento, lo último que vio fue a Teodoro abrazando con fuerza a Lorena, usando su propio cuerpo para tratar de protegerla de todo daño... La sangre y las lágrimas brotaron juntas; en medio de la confusión y la conciencia difusa, de pronto Carla recordó una vez que, cuando ella y Teodoro hicieron paracaidismo en pareja, el paracaídas falló y no lograban abrirlo. Cuando parecía que ambos iban a estrellarse y morir, Teodoro la abrazó con fuerza, asegurándose de que ella quedara arriba. Así, al caer, cualquier daño lo recibiría primero él, que estaba abajo. Él también la había protegido con su cuerpo, de forma decidida e inquebrantable. Pero ahora, él la había dejado de lado para proteger a otra mujer. No sabía cuánto tiempo había pasado; en la oscuridad, Carla escuchó a lo lejos la voz de Teodoro. Abrió los ojos con esfuerzo y vio a Teodoro, quien, con una expresión de fastidio, sostenía su celular y decía con insistencia: —¿Qué abogado de divorcio ni qué nada? ¡Se ha equivocado de número! —Mi relación con Carla es excelente, es imposible que nos divorciemos. En nuestro matrimonio solo existe la viudez, ¡jamás el divorcio!

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