Capítulo 233
¡No!
¡No debo dejarme engañar otra vez!
—Me voy ahora, nos vemos el lunes. —Viviana se giró, llena de remordimientos, y huyó.
El verano era, sin duda alguna, la estación propicia para el amor, lo que parecía inevitable.
Dió algunos pasos y le insistió a Rosa y a los demás a apresurarse; su ansiedad era como si un gran perro lobo la estuviera persiguiendo.
Estaban a punto de salir del patio cuando de repente se escuchó escucha de nuevo la voz de David: —Espera.
Todos se detuvieron.
David avanzó con paso firme, sus ojos profundos y luminosos fijos en Viviana. —Encontrarnos en este pueblo debe ser la voluntad de Dios. Estoy desocupado, así que, ¿por qué no me uno a ustedes en la visita a la casa de un amigo?
Viviana: —...
Rosa y los demás: —...
Qué ocioso era.
Sería mejor que no fuera, pero ¿quién podría detener a este hombre?... ¡Incluso Teo, que intimidaba a los grandes lobos, parecía insignificante ante él!
Raquel, tímidamente, tiró de la ropa de Rosa y le preguntó en voz baja: —¿El se

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