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Capítulo 4 La prueba de embarazo

—¿Divorcio amistoso? Creo que te has vuelto loca. ¿Es acaso porque no he satisfecho tus deseos sexuales estos últimos días y por eso te sientes sola? —¿Así que todo esto es para que te quiera un poco más, verdad? —Ok, vamos te satisfaré ahora mismo, pero mañana, cuando no tengas fuerzas, no me culpes. Con esas estúpidas palabras, Evaristo empezó a bajar de mi ropa; sus besos ardientes caían como fuego uno tras otro sobre mi cuerpo. Me resistí con fuerza, pero Evaristo fue más implacable, intentando de forma salvaje arrancarme el pantalón. Presintiendo que me forzaría a tener relaciones sexuales, entré en pánico y, en medio del caos, logré liberar una mano. Sin dudar dos veces, le zampé una cachetada y, aprovechando su asombro, lo empujé lejos de mí y apresurada me envolví en las sábanas, acurrucándome en la esquina de la cama. Mis ojos estaban furiosos mientras amenazaba: —¡Forzar a alguien a follar así sea dentro del matrimonio también es violación, y si lo intentas de nuevo, te denunciaré! —Si no quieres arruinar tu reputación, firma el acuerdo de divorcio ahora mismo y punto. Evaristo me observó fijamente, con una mirada tan feroz como la de un lobo, como si fuera a devorarme en cualquier segundo. Entonces, de manera descarada sonrío y dijo: —Está bien, Serafina, recuerda que fuiste tú quien lo dijo, ¡no te arrepientas después! Dicho esto, se levantó de la cama y, sin vestirse de forma adecuada, cerró la puerta con fuerza al salir. Me encogí en la esquina de la cama, temblando sin parar, cada vez que recordaba sus sucios besos, sentía náuseas. Sentí un terrible revuelo en el estómago, mi rostro palideció, y temblorosa me cubrí la boca y corrí al baño, abrazando el inodoro mientras vomitaba dolorosamente. Aunque quería vomitar, en realidad no salió casi nada. Elena, al oír los gritos de nuestra pelea, corrió desesperada hacia mí, y al llegar me encontró vomitando. Ella me trajo agua y, mientras suspiraba sobre nuestra enésima pelea, cuidaba con esmero de mí y no pudo evitar preguntar: —Señora, ¿está embarazada? Acababa de enjuagarme la boca cuando oí eso, me quedé petrificada en el lugar. Al instante me acordé de mi vida anterior, en la que me diagnosticaron un embarazo de más de un mes, esto sucedió un mes después de mi cumpleaños. Pero al final no pude mantener al niño, supongo que estaba destinado a ser así. Calculando un poco el tiempo, no debería estar embarazada en este momento. Pero me sentía aterrada por dentro, temiendo que realmente estuviera embarazada. Usé la excusa de que mi estómago no estaba bien últimamente para despachar a Elena y con desánimo me acosté en la cama, pasando una noche de perros. Al día siguiente, compré una prueba de embarazo y la usé. Después de un período de ansiosa espera, mostró que no estaba embarazada. Respiré aliviada, para mí fortuna no estaba embarazada, de lo contrario la situación sería problemática. Menos mal, necesito divorciarme lo antes posible, no estar embarazada es una buena noticia. Él no sería feliz en una familia como esta, además, no quería tener un hijo de Evaristo. Mientras estaba distraída, la puerta de la habitación se abrió y Almira entró, notando la prueba de embarazo en mis manos. Recobré al instante el sentido y arrojé la prueba de embarazo al basurero, luego me lavé cuidadosa las manos. Almira me miró con sorpresa: —Hola Serafina, ¿estás embarazada? ¿Lo sabe Evaristo? Cubrí las emociones en mis ojos y dije de forma evasiva: —Eso todavía está lejos, no hay prisa por hablar de ello. Al terminar de hablar, la expresión de Almira cambió, y su rostro no escapó de mis ojos. Salí apresurada de la habitación y le pedí a Elena que preparara algo de jugo, y me senté en la sala con Almira. Pensando en cómo bajo esa expresión frágil y encantadora se escondía un rostro tan repugnante, mi cuerpo se empezó a estremecer. Almira fue la primera en hablar, su disfraz era repugnante. —Serafina, tienes que decirle a Evaristo sobre el niño lo antes posible, no puedes retrasarlo. —En un principio él había dicho que aún era joven y no quería tener hijos, ahora era temprano para estar embarazada. Ustedes pueden discutir si quieren o no tener al niño, de lo contrario, si el embarazo avanza un poco más, será difícil hablar. —Un niño no bendecido que nace sufrirá.

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