Capítulo 50 Si lo amas

Almira no estaba realmente preocupada por mí, solo quería aprovechar esta oportunidad para que Evaristo supiera cuán despreciable era mi comportamiento. Suspire. —No tengo intención alguna de volver a mudarme, para tener que enfrentarme a gente hipócrita como tú todos los días y que afecte mi ánimo, pero... Mientras hablé, fijé mi mirada en Almira, con una sonrisa irónica en las comisuras de mis labios. —Si realmente quieres que me mude de vuelta, entonces tú tendrás que irte, no quiero vivir contigo, deberías entender eso de una vez por todas, ¿verdad? En ese instante, Almira abrió sus ojos de par en par. Parecía sentirse enormemente agraviada, sus ojos se tornaron cada vez más rojos y su cuerpo comenzó a temblar involuntariamente. Evaristo ya no pretendía delante de mí, apretaba la mano de ella sin darse cuenta, consolándola con voz suave. —Almi, tranquila, no voy a permitir que te vayas de la casa Pérez, y esta mujer ahora quiere estar todos los días con su amante, ¿