Capítulo 57
José pensaba que Ana era demasiado desdichada.
Había preparado con esmero aquel almuerzo y, tras esperar durante horas, ni siquiera había podido entregarlo.
José devoró a grandes bocados aquel bento lleno de sentimientos y, satisfecho, dijo: —Muchas gracias, Ana. De verdad, cocinas muy bien.
Ana pareció alegrarse un poco.
Al menos, su esfuerzo no había sido en vano, alguien se lo había comido.
Ana no mencionó que quisiera regresar.
José se quedó a su lado, sentado con ella.
Ambos conversaban de vez en cuando, a ratos sí, a ratos no.
Esta vez José no la llamó Sra. Ruiz.
En especial en una situación como la de hoy, simplemente no podía hacerlo.
…
En otro lugar, Javier regresó a Residencial La Colina.
La mansión estaba completamente a oscuras; Javier frunció el ceño.
Cuando Ana estaba en casa, siempre dejaba encendida una lámpara por costumbre.
Él, sin darse cuenta, se había acostumbrado a que alguien lo esperara.
Al entrar en la casa principal, descubrió que no había nadie.
Tan tarde, y

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