Capítulo 73
El guardaespaldas de rostro serio, al escuchar eso, sonrió mostrando todos sus dientes blancos; su cara oscura se tornaba rojiza por la emoción.
Se dio unos golpecitos en el pecho y aseguró: —¡De acuerdo! Prometo proteger bien a la Srta. Ana; nadie podrá tocarla.
Pablo asintió satisfecho.
Ana tenía una expresión extraña. Javier seguía observando desde atrás; ¿era apropiado que el guardaespaldas se mostrara tan contento?
No pudo evitar preguntar: —¿Me conocías antes?
Julio asintió obedientemente: —Sí, la conozco. Mi tío me habló de la Srta. Ana. Me dijo que soy demasiado torpe, que el Sr. Javier tiene mal genio y que, estando cerca de él, fácilmente lo haría enojar. También me dijo que usted, Srta. Ana, es de buen carácter, y que debería acercarme más a usted, familiarizarme con usted, porque quizá algún día podría ganarme su confianza.
La expresión de Ana se volvió aún más extraña.
Decían que ella era honesta, pero sentía que el guardaespaldas frente a ella era incluso más sincero.
Eso

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