Capítulo 16

Ella conocía a la perfección todos sus gustos. De día, era como su asistente personal, cuidando de él en cada detalle. No importaba cuán grande fuera el escándalo que él provocara, ella siempre lograba resolverlo en el primer instante. Por la noche, era la mejor compañera de cama, atendiéndolo con absoluta docilidad. Era inteligente, perspicaz, dulce y obediente. Se movía con soltura a su lado y, aun con lo exigente y quisquilloso que él era, jamás pudo encontrarle un solo defecto. Durante el mes que llevaban durmiendo en habitaciones separadas, él no había logrado acostumbrarse. Laura no solo no sabía cuidarlo, sino que además dormía mal; a veces hablaba en sueños y hasta rechinaba los dientes. Si no hubiera sido porque estaba embarazada, él jamás habría soportado tanto tiempo. La brisa nocturna lo devolvió a la realidad, arrancándolo de sus pensamientos. Alejandro se sacudió la cabeza con fuerza, intentando expulsar a María de su mente. Pero esa cara no hacía sino voltearse más, níti