Capítulo 131

Él echó un vistazo al auto en el que iba Ximena. Si no lo había visto mal hace un momento, en la mirada de Marco hacia Ximena había una sutil pasión, como si hubiera encontrado a un mentor y confidente; no era solo una cortesía cualquiera. Le cruzó por la mente una pizca de sospecha. ¿Sería que estaba imaginando cosas? Todo lo que ocurría allí, José lo observaba claramente desde no muy lejos. Desde que Ximena abrió la puerta del auto de Diego, hasta la llegada de Carmen, lo había visto todo con detalle. No pudo evitar sacudir la cabeza y sonreír; ¿por qué siempre acababa presenciando escenas tan interesantes? No era de extrañar que, hacía poco, Ximena hubiera mirado a Diego de aquella manera; ahora comprendía que tenía otra idea en mente. Quería subirse a un auto y, al final, Carmen se lo había impedido. —¿De qué te ríes? —preguntó una voz masculina, grave y despreocupada, al otro lado del teléfono. José entonces sacudió la ceniza del cigarro y respondió: —Es que acabo de ver una escen