Capítulo 10

La inquietud de Orlando crecía cada vez más y, sin poder controlarlo, se levantó y salió de inmediato. —Orlando... —Paula lo sujetó por la ropa, mirándolo ansiosa. —¿A dónde vas? —Tranquila, amor, tengo que volver a casa. —Respondió con una suavidad en la voz que ocultaba una irritación apenas perceptible. Paula, aunque se sintió lastimada, fingió comprensión y añadió, con cierto resentimiento hacia Mónica. —Por favor, recuerda que no debes ser duro con Mónica. —Preocúpate más por ti, cariño. Pronto estaré de vuelta contigo. Orlando condujo de regreso a la villa a toda velocidad, invadido por una inquietud persistente, como si algo importante estuviera a punto de desaparecer de su vida. Mientras esperaba en un semáforo, marcó el número de Mónica. El contestador automático respondió de inmediato. —El número que usted ha marcado está apagado. Por primera vez, ese mensaje lo llenó de mucha ansiedad. Sin darse cuenta, pisó el acelerador, ignorando los límites de velocidad y las señales de