Capítulo 99

Melchor la miraba con expectación, aguardando a que pudiera sentir su sinceridad. Que dejara de mostrarle esa actitud de rechazo absoluto. —Caro, aunque este rosario no sea exactamente igual al anterior, eso no cambia mis sentimientos hacia ti. Al ver aquella expresión tan ansiosa en su cara, Carolina se quedó un instante en trance, como si hubiera cruzado el río del tiempo y, en ese momento, el hombre que tenía delante se superpusiera con el de hacía cinco años. Pero lo que le sobrevino de inmediato fue una sensación aún más absurda y ridícula. —Tú mismo lo has dicho, ya no es igual. Sara, desde la puerta de cristal del hotel, alcanzó a verlos hablando y, arrastrando su maleta, se apresuró hacia allí. —¿Qué estás haciendo? —se colocó delante de Carolina. Melchor hizo mala cara. Con la mirada fría, sentía una profunda aversión por esa Sara que una y otra vez lo trataba sin respeto. Pero, debido a la actitud de Carolina hacia ella, no podía reprenderla. Conteniéndose, repitió: —Caro, yo