Capítulo 1068

Rubén abrió la puerta de su dormitorio y empujó a la mujer adentro con fuerza. Luego bajó rápidamente las escaleras, se ajustó un poco el traje y, con calma, abrió la puerta, sonriendo al mirar hacia afuera. —Abuelo Eugenio, ¿cómo es que has venido de repente? —preguntó Rubén. Eugenio soltó un resoplido y entró. —He oído que moviste el helicóptero y a los guardaespaldas, ¿qué ha pasado? —No ha pasado nada, solo voy a investigar un par de cosas —respondió Rubén. Eugenio no le creyó. Ese helicóptero era de nivel militar y solo podía movilizarse si se solicitaba expresamente. Si no fuera por algo serio, Rubén jamás se habría apresurado a usarlo, y el dispositivo de localización de ese helicóptero era de lo más avanzado. —Rubén, ¿ahora ni siquiera me dices la verdad? Eugenio dijo mientras miraba los zapatos de mujer cerca del recibidor. —¿Tienes visitas en casa? Rubén vaciló por un momento y luego respondió: —Sí, un amigo. Después de tantos años, Eugenio no podía dejar de notar cuando algu