Capítulo 127
Lorena empujó la silla de ruedas de Pedro de regreso al auto. Ninguno de los dos se ocupó de Nicolás, que seguía tirado en el suelo; fueron los dos guardaespaldas quienes se encargaron.
Los dos escoltas se quedaron largo rato en Jardines de la Paz, hasta que no pudieron aguantar más el silencio.
—¿Viste eso? ¿Acaso jefe Pedro dijo que se había asustado?
—Ajá... Y, además, se recostó en ella.
—Ajá...
Se miraron el uno al otro, sin poder entenderlo. Para liberar su frustración, le dieron una fuerte patada a Nicolás.
…
Cuando Lorena regresó a Jardines de la Paz, el médico familiar que ya la estaba esperando le curó de inmediato las heridas. Mientras tanto, Pedro no soltaba su mano.
Ella quiso preguntarle si se le había olvidado soltarla, pero frente a Pedro siempre le faltaba confianza.
Tal vez era por sus piernas, o tal vez porque ella aún no conocía la verdad de lo ocurrido en el pasado.
Pedro era una gran persona, ni siquiera la odiaba.
Lorena se prometió que, a partir de ahora, sería

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