Capítulo 388

Por miedo a que volviera a enfermar, ella hizo una llamada. Él tampoco contestó. Lorena se molestó. Pero en ese momento no podía ir de inmediato, así que solo pudo enviarle la foto a Rubén. Como mucho, la criticaría un par de veces; él era de la familia Castro, debería saber algo. Él estaba en casa de Salvador, y también estaban Alejandro y Pedro. Soltó una carcajada fría y tiró el celular sobre la mesa. —¿Lorena se ha vuelto loca? ¿De repente me pregunta por esto, qué significa? ¿Tengo tanta confianza con ella? Pedro estaba sentado al lado, desvió la mirada y, al ver la imagen del cortijo en la foto, apretó el vaso entre las manos. A un lado, Salvador tomó el teléfono, miró la foto y levantó una ceja. —No lo he visto nunca. Ella sabe que no te cae bien y aun así viene a preguntarte; parece que este cortijo es importante para ella, ¿no? —Será, ni ganas tengo de contestarle. Salvador miró a Pedro. —¿Tú sabes dónde está este sitio? Pedro dejó el vaso sobre la mesa y negó con la cabeza. É