Capítulo 428
Pero antes de que pudiera terminar de hablar, varios hombres con pinta de guardaespaldas se acercaron rápidamente y le taparon la boca.
Los guardaespaldas irradiaban una frialdad amenazante; uno de ellos, de pie junto al carrito, habló con tono protocolario: —Señorita Lorena, disculpe la molestia. Esta es una pariente lejana del señor Pedro, tiene algunos problemas mentales y no esperábamos que hoy se escapara.
La mujer trastornada enmudeció de inmediato, como si tuviera miedo de algo.
Lorena quiso hablar un poco más con ella, pero el guarda ya había alejado el carrito.
El vehículo se detuvo en la villa central, donde aún había luces encendidas.
Ella bajó abrazando la camelia, pero de forma instintiva se giró, queriendo ver adónde llevaban a esa mujer.
Sin embargo, en aquel lugar ya no quedaba ni rastro de la mujer; todo parecía una aparición fugaz.
Se llevó la mano a la frente y la frotó, sintiendo cómo el dolor de cabeza volvía a arremeter.
De repente, la puerta de enfrente se abrió.

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