Capítulo 538
—Jefe, ¿le subo algo de comer? No ha probado bocado en toda la tarde.
—Mm.
Pedro guardó el anillo con sumo cuidado y dio una instrucción.
—Ve a preguntarle a ella.
César asintió y se dirigió a la puerta de la habitación de Lorena.
Por alguna razón, sentía que estaba tratando de apaciguar a dos niños en plena rabieta.
Si alguien ajeno lo supiera, no lo creería: que ambos pudieran ser tan infantiles como para enojarse y dejar de comer.
Sobre todo uno de ellos, Pedro.
César llamó suavemente a la puerta.
Antes de dar el tercer golpe, Lorena ya había abierto. Aún parecía molesta, su aspecto era algo frío.
—Asistente César, por fin ha vuelto. ¿Puedo ir mañana al Grupo Fortaleza por usted? De los asuntos de la empresa entiendo algo, de verdad ya no quiero quedarme aquí aguantando el mal humor de ese hombre; no tiene idea de lo mucho que Pedro puede dejarlo a uno sin palabras, está lleno de puntos sensibles, solo con pisar uno y ya le cambia la cara. Por Dios, ¿cómo puede haber alguien así en

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