Capítulo 561

El médico colocó el somnífero líquido a un lado y dio instrucciones con cuidado. —Señor Pedro, si desea usarlo, puede hacerlo en cualquier momento. Aunque no pueda resolver el nudo en el corazón de la señora Lorena, al menos podrá ayudarla a dormir profundamente. Pedro no respondió a esas palabras y continuó sosteniendo silenciosamente la mano de Lorena. El médico se retiró en silencio, cerrando la puerta del dormitorio principal al salir. Pedro sólo sentía que la pequeña mano en su palma estaba ardiendo. Lorena siempre llevaba esa pulsera de frijol rojo en la muñeca, muy visible en su piel blanca. Él se inclinó ligeramente, apoyando la mano de ella en su propia mejilla. Sus cabellos le cubrían las cejas y los ojos, y no se podía ver la emoción en su mirada. La palma de ella estaba caliente, pero la pulsera rozando su mejilla resultaba fría. Mantuvo esa postura sin moverse, mientras su otra mano descansaba suavemente sobre el hombro herido de ella. La herida allí ya había sido tratada.