Capítulo 28

Alonso miró al gerente y luego señaló algunos accesorios poco llamativos. —Esos, y esos no los quiero, los demás envíenlos a esta dirección. Dicho esto, Alonso lanzó una mirada molesta a la vendedora que estaba del mostrador. —¿Qué estás esperando? Apúrate toma la nota. La vendedora no reaccionó, pero, de manera automática, le entregó la nota a Alonso. Alonso tomó el bolígrafo del mostrador; su escritura era elegante, y en menos de cinco segundos escribió la dirección con soltura. El gerente, visiblemente sorprendido, sostuvo la nota incrédulo. —Señor, usted... ¿Cómo va a pagar? Alonso sacó una tarjeta bancaria que brillaba con un leve resplandor dorado. —Con tarjeta. Hasta ese momento, el gerente no podía creerlo. Sobre todo porque los artículos que el señor había pedido ya habían alcanzado el límite de ventas de todo el mes en esa sucursal. Lo más desconcertante de todo era para la vendedora del mostrador, sin embargo, era que no podía creerlo. No podía entender cómo las cosas se hab