Capítulo 588
Él no se sorprendió en lo más mínimo; sabía que, dada la rapidez de reacción de Héctor, este seguramente adivinaría que el problema residía en el vino. Sonrió y le explicó: —Héctor, no te preocupes, esta copa es simplemente para animarte a ti y a Melisita, no tiene ningún efecto secundario en el cuerpo.
—¿Animar? Varrón, ¿a qué te refieres con eso? —preguntó Héctor.
Varrón extendió la mano y le dio una palmada en el hombro a Héctor: —Héctor, muchacho ingenuo, esta noche te confío a mi hija.
Héctor miró hacia Melis y observó que ella lo miraba con las mejillas sonrojadas y unos ojos a la expectativa.
Héctor frunció ligeramente los labios y retiró su mano del hombro de Varrón: —Jefe Varrón, mejor me voy.
Héctor se giró para marcharse.
Melis se tensó y exclamó de inmediato: —¡Héctor!
Varrón avanzó y dijo: —Héctor, ya te drogué, ¿por qué aún deseas irte? He ordenado que te lleven junto con mi hija a una habitación de hotel.
Héctor se negó: —No es necesario.
Melis, al ser rechazada, palidec

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