Capítulo 21

El deportivo se dirigió hacia la tienda de novias más exclusiva de la ciudad. —¡Otra vez estás loco! —Carolina fue arrastrada fuera del carro; por más que se resistía, Ricardo no la dejaba ir. —Carolina, parece que solo si te encierro entre mis brazos dejarás de huir. —Ella, completamente aturdida, cerró los ojos y ya no respondió. Varias maquillistas la rodearon y la llevaron al probador para ponerle el vestido de novia. Cuando el personal corrió la cortina, Carolina, vestida de blanco puro, cayó directamente en los ojos de Ricardo. El largo velo blanco caía hasta el suelo, cubierto de diminutos diamantes, como si una diosa lo hubiera tejido con luz de estrellas y luna. Ricardo se quedó inmóvil por un instante, y luego sonrió al acercarse: —Estás hermosa. Diciendo eso, quiso colocarle el velo con sus propias manos. Carolina lo arrancó de un tirón y lo arrojó al suelo. —¿Qué piensas hacer ahora, Ricardo? Él se agachó a recoger el velo, con el dolor reflejado en sus ojos. —¿No decías qu