Capítulo 63
Sin embargo, al ver la mirada gélida de Adelfo, esos machos se quedaron callados, bajando la vista, fingiendo que no habían visto nada.
—¡Pff...!
Adelaida había aguantado mucho tiempo, pero al ver la expresión seria de Adelfo con las orejas completamente enrojecidas, no pudo contener la risa.
Eso hizo que Adelfo se sintiera aún más incómodo.
—Adele, tengo otros asuntos que atender. Me voy al centro de control,—murmuró Adelfo, intentando soltar su mano.
—Dale.—Adelaida soltó la mano de Adelfo con una sonrisa juguetona, y también soltó la de Leocadio.
Durante todo el trayecto, ambos habían estado tomados de su mano, y sus palmas ya sudaban del calor que ella emitía.
—Adele, ¿por qué soltaste también mi mano?—Leocadio hizo un puchero, con ganas de seguir sosteniéndole la mano.
—Leocadio, vámonos mejor al módulo de descanso. Te voy a dar una recompensa,—dijo Adelaida, ahora de mucho mejor humor, con ganas de divertirse con él.
—¿Va en serio?—Leocadio, con su habitual inocencia, cayó de lle

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