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Capítulo 8

A la mañana siguiente, Wendy Lim se despertó con un fuerte dolor de cabeza. Últimamente se encontraba en este tipo de situaciones con frecuencia, esta era la tercera vez que se despertaba en un lugar desconocido. Bueno, no tan desconocido después de todo porque estaba en una suite de hotel igual que las dos veces anteriores. Wendy miró inconscientemente hacía la puerta del baño, como si estuviera esperando que la puerta se abra. Se quedó mirando en esa dirección durante un rato hasta que finalmente se convenció que no había nadie dentro y casi llora de felicidad. Si bien no estaba desnuda, su ropa no estaba por ningún lado, incluyendo su sujetador y ropa interior, en su lugar, estaba usando una camisa suelta. "¿Ya estás despierta?". Wendy escuchó una voz grave desde la ventana. Las gruesas cortinas se movieron levemente y un hombre alto salió con un cigarrillo en la mano y una toalla que solo cubría la parte inferior de su cuerpo. Charlie se sentó a los pies de la cama, aún con el cigarro encendido que formaba pequeños remolinos de humo en la yema de sus dedos y cada cierto rato, sacudía las cenizas en el cenicero. De pronto, levantó su cabeza y dijo: “Más tarde debes tomar tu medicina”. Wendy Lim observó que había un pequeño frasco de pastillas blancas al lado de su almohada. Pero no se inmutó, ella seguía en shock como si le hubieran tirado agua helada. "Qué me has hecho anoche...”, dijo mientras sus manos temblaban, todo lo que había hecho para evitarlo había sido en vano. "He visto y tocado todo lo que quería", dijo Charlie con una sonrisa burlona. "Eres malvado, ¿Cómo pudiste hacerme eso mientras estaba desmayada?”, dijo Wendy con desesperación. Charlie apagó el cigarrillo y dijo: "Pero no me llegué a acostar contigo” "... ¿De Verdad?", dijo Wendy asombrada, escuchar esas palabras de su boca la relajaron. Era difícil de creer, hace unos minutos estaba devastada, pero ahora le había devuelto el ánimo. Charlie levantó levemente sus cejas y se burló. “Tenía miedo de que despertaras y te volvieras a suicidar. Ese medicamento es antiinflamatorio, anoche bebiste demasiado y si no lo tomas tus heridas se van a inflamar”. Wendy frunció los labios y retrajo la muñeca izquierda, muy dentro de ella apreciaba ese gesto. Sin embargo, apareció otra duda en su cabeza y le preguntó rápidamente: "¿Dónde está mi ropa? ¿Quién me ha cambiado?" "Habías vomitado sobre toda tu ropa, así que la tiré y te cambié”, le respondió Charlie. Al principio sonó razonable, pero no pudo evitar incomodarse cuando escuchó la última parte. De todos modos, lo bueno era que no se acostó con ella. Wendy se puso alerta al ver que se movía, no se abalanzó sobre ella como las veces anteriores, simplemente se quitó la toalla mostrándole que tenía los calzoncillos encima y empezó a cambiarse frente a ella. Wendy podía ver claramente los definidos músculos de su pecho, sus firmes pantorrillas y el bulto en su entrepierna ... Wendy Lim bajó la cabeza sin atreverse a mover su mirada. De repente, Charlie le arrojó algo e inconscientemente ella estiró la mano para agarrarlo. Cuando vio de qué se trataba, Wendy quedó contenta. Sostuvo el cuchillo plegable con fuerza contra su pecho por temor a que volviera a perderse. Tocó el filo del cuchillo y recordó una cara sonriente… "¿Es tan importante ese cuchillo ordinario?", dijo Charlie con desdén. El día que ella se había cortado y la llevó al hospital se dio cuenta que, aunque estuviese inconsciente no soltaba el cuchillo, a las dos enfermeras les costó mucho separarlo de sus manos. "Sí", asintió Wendy. Ya había conseguido el cuchillo y sabía que ese no era un buen lugar para quedarse por más tiempo, apartó la colcha y se dispuso a irse. Pero cuando pasó al costado de Charlie, él encendió un cigarrillo y sopló: “¿Te vas a ir usando mi camiseta y mostrándole tus piernas a todo el mundo?” Wendy se observó y se dio cuenta de que no era adecuado. En ese instante, Charlie se puso el cigarrillo entre los labios y llamó al servicio del hotel. Al parecer había pedido que le trajeran ropa de mujer. Wendy lo pensó por un momento, pero accedió a quedarse y esperar. Por razones de seguridad, prefería esperar en la sala de afuera y mantenerse alejada de él. Pero tan pronto como avanzó, Charlie la agarró de la muñeca y la arrastró para sentarla sobre sus piernas. Sus fuertes brazos le rodearon la cintura, su rostro estaba muy cerca de ella y podía sentir el olor del cigarro en la nariz. "No te hice nada anoche, pero necesito que me devuelvas el favor ahora", le dijo Charlie al oído. Wendy abrió los ojos de miedo y Charlie la besó. Empezó a sentir un dolor en la cintura y abriendo inconscientemente sus labios, él le dio un beso más apasionado. Wendy ya estaba en sus fuertes brazos, intentó luchar, pero fue en vano. Solo le quedaba mirar hacia arriba y aceptar su beso. El beso de Charlie era tan dominante, al igual que su personalidad, y no pudo rechazarlo. Empezó a besarla con suavidad, pero terminó apasionadamente, casi dejándola sin aire. Ella pensó que se asfixiaría, pero en ese momento la soltó. Wendy no recordaba si se habían besado antes, pero él era realmente bueno porque ella nunca había tenido un beso tan salvaje. El ambiente de la habitación se volvió romántico. Wendy lo empujó dos veces enojada para poder ponerse de pie y se puso parada. Los ojos de Charlie se estaban oscureciendo y su temperatura iba subiendo ... "¡No te muevas!", le dijo Charlie con voz ronca. A él también le daba curiosidad la fuerte reacción que ella le provocaba cada vez. Wendy no se atrevió a moverse ni a respirar. Ella sentía que incluso si movía las cejas ligeramente se metería en problemas, era como si estuviera parada al borde de un peligroso acantilado. "Ayúdame”, dijo Charlie a su oído y Wendy entró en pánico. “¿Cómo… cómo puedo ayudarte…?”, le preguntó. Charlie arrastró la mano derecha de Wendy directamente a la parte inferior de su cuerpo provocando que ella abra los ojos asombrada.

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