Capítulo 299
Luisa se quedó quieta, observando cómo esa figura familiar se acercaba poco a poco. Bajo la cortina de lluvia, aquel rostro de facciones marcadas y elegantes iba adquiriendo cada vez más nitidez.
A pocos pasos de distancia, el rostro del hombre parecía impregnado por la humedad; incluso sus rasgos fríos y duros se tornaron un poco más suaves.
Andrés se detuvo frente a Luisa, con los ojos oscuros llenos de ternura y alegría. Con la voz ligeramente ronca, murmuró: —Luisita...
Los ojos de Luisa mantenían una frialdad serena mientras alzaba levemente el rostro para mirarlo. —¿Pasó algo?
Andrés tragó saliva, con la garganta tensa.—Rescatamos a Violeta.
Los ojos de Luisa se abrieron de par en par, y su voz, de forma instintiva, se elevó. Dio un paso al frente, visiblemente emocionada.—¿En serio? ¿Dónde está? ¿Ya regresó al país? ¡Llévame ya con ella!
Andrés respondió con dulzura: —Sí. Acaba de llegar a Puerto Bella. Vine a buscarte justo por eso.
—Voy contigo.—dijo Luisa, con los ojos humede

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