Capítulo 420
Luisa dijo:—Vale.
El esposo de Olga estaba sentado detrás de la estufa avivando el fuego.
Rosa jugaba al lado con José, el hijo de Olga.
Cuando Luisa terminó de lavar las verduras y se giró, vio a Rosa y José divirtiéndose mucho, levantó las cejas y sonrió diciendo: —Rosa, no lo habría pensado, resulta que sí te gustan los niños.
Ella generalmente mostraba una cara fría y emanaba una especie de dureza despiadada.
Por donde se la mirara, no parecía alguien a quien le gustaran los niños.
Ella, jugando con el niño y sosteniendo un juguete, respondió sin mucha expresión: —Esta cosita es bastante entretenida.
Luisa guardó silencio.
Olga y su esposo también se quedaron en silencio al mismo tiempo.
La escena quedó inmóvil.
Silencio.
Un silencio incómodo.
Un momento después, Luisa forzó una sonrisa y, algo incómoda, le dijo a Olga: —Perdón, mi amiga tiene la expresividad un poco baja y no sabe expresarse. No la malinterpretes, no lo decía en ese sentido, en realidad estaba diciendo que José es

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