Capítulo 26

Tan pronto como se dijeron esas palabras, todos en la habitación del hospital quedaron pasmados. Los amigos de él se miraron desconcertados y asombrados unos a otros. —Daniel, ¿estás loco o qué? ¿Cómo puedes aceptar una petición así? Sin embargo, Daniel no les hizo caso. Simplemente se quedó mirando con obstinación la espalda de Julia. —Julita, te lo prometo, estoy dispuesto a esperarte hasta que tú y Francisco... Hizo una pausa; lo que venía parecía extremadamente difícil de pronunciar, y casi lo exprimió entre los dientes. —Se casen y luego se divorcien. Mientras regreses, estoy dispuesto a esperarte todo el tiempo que haga falta. Ahora fingía tanta pasión, ¿por qué antes la había tratado de esa forma tan cruel? Esto le resultaba algo repugnante. Julia salió apresurada de la habitación del hospital sin dudarlo. Si él estaba dispuesto a esperar, que esperara lo que fuera necesario, después de todo, aunque ella se divorciara, jamás estaría con él. ... Un año después, en la fiesta de ce