Capítulo 8
El celular sonó varias veces y justo cuando estaba a punto de colgar, alguien finalmente contestó.
—Daniel, trae a Sara de inmediato. Si no la veo en quince minutos, olvídate para siempre de volver a ver a tu novia.
Al ver el cuchillo en el cuello de Julia, Daniel se puso nervioso al instante.
—No, le hagas daño, ¿dónde estás? ¡Iré a buscarte ahora mismo! Sara, Martín Cruz ha secuestrado a Julita, dile que no le haga daño.
La cámara tembló y Sara apareció de repente en la pantalla.
—¿Martín?
El hombre la miraba fijamente.
—Soy yo, Sara. Dijiste que te casarías conmigo. Lo abandoné todo por ti, no puedes dejarme...
Cuanto más hablaba, más se alteraba. El cuchillo dejó una ligera marca de sangre en el cuello de Julia y ella no pudo evitar gritar de dolor.
Daniel, al ver esa espantosa escena, sintió que el corazón se le detenía de golpe.
—¡No, la toques! Julita, no tengas miedo, voy a rescatarte ahora mismo.
Al ver la expresión nerviosa de Daniel, a Julia se le humedecieron los ojos y apretó con rabia los labios, tratando de no llorar.
Sin embargo, las palabras de Sara la dejaron inmóvil.
—Daniel, no te pongas nervioso, él ni siquiera es Martín. Señorita Julia, entre Daniel y yo no hay nada, no tienes que montar esta dramática escena para probar sus sentimientos.
Al oír esto, Daniel se enojó y en su cara se reflejaba un dejo de duda.
El corazón de Julia se hundió de inmediato en el abismo.
—No estoy actuando, Daniel, créeme solo por esta vez, solo una vez...
En un momento tan crítico como este de vida o muerte, ignoró el cuchillo en su cuello y le suplicó con humildad a Daniel.
Por otro lado, Sara suspiró con resignación.
—No sigas presionando a Daniel. ¿Si yo me marcho voluntariamente dejarás de hacer todo este espectáculo?
Daniel le replicó con seriedad.
—Julia, no tengo tiempo para estos estúpidos juegos. Aunque te hubieran secuestrado hoy, ¡no dejaría que Sara se fuera!
Tras decir esto, colgó sin dudarlo.
Julia miró la pantalla atónita.
Con tristeza sintió como si hubiese caído en un pozo de hielo; todo su cuerpo estaba helado.
Detrás de ella, se oyó la voz enfurecida de Martín.
—Solo puedes culparte por ser la novia de Daniel. En tu próxima vida, asegúrate de no volver a elegirlo como tu novio.
...
Cuando Julia volvió a abrir los ojos, ya estaba acostada en una cama del hospital.
Daniel permanecía inquieto al lado de la cama, mirándola con nerviosismo.
—Julita, has despertado. ¿Te duele algo, te sientes incómoda?
En ese instante, la mente de Julia era un completo caos.
Sin embargo, no olvidaba que Daniel había confiado en Sara y la había dejado sin piedad en una situación tan peligrosa como esa.
Si no hubiera sido por el vecino que apareció en el momento justo para salvarla, quizás ya habría perdido la vida.
—Lo siento, todo fue mi culpa. No debí desconfiar de ti. ¿Puedes dejar de estar enojada conmigo, por favor? Nunca he visto a Martín, no sabía que realmente era él...
Julia retiró disgustada la mano, interrumpiéndolo.
—¿Acaso Sara tampoco conocía a Martín?
Daniel se quedó rígido y explicó con voz áspera:
—La luz estaba muy tenue, por lo tanto no lo reconoció en ese momento. Cuando supo que era Martín, lloró de remordimiento. De todas formas, Martín ya ha sido arrestado. No le guardes más rencor, ¿de acuerdo? Julita, sé que tú eres la más bondadosa...
Ella casi había perdido la vida.
Sara solo había derramado unas cuantas lágrimas, y Daniel ya estaba allí pidiéndole que perdonara a Sara.
En ese instante, una enfermera irrumpió de repente: —Señor Daniel, la señorita Sara ha despertado. Está llorando desconsolada y quiere verlo.
Esta vez, Daniel no eligió irse enseguida, sino que la miró con terquedad.
Julia forzó una sonrisa: —Ve, yo estoy cansada, quiero descansar.
Dicho esto, se dio la vuelta y cerró los ojos.
Daniel creyó que ella aceptaba perdonar a Sara, así que la cubrió con una manta. —Voy a verla, enseguida regreso para acompañarte.
Después de decir estas palabras, se giró y se fue apresurado tras la enfermera.
Unos minutos después, Julia terminó sola los trámites de alta y paró un taxi al borde de la carretera.
De camino, recibió una foto enviada por Sara.
Daniel estaba medio arrodillado en el suelo, sosteniéndole con dulzura el tobillo y poniéndole los zapatos con mucha seriedad.
Al ver la pantalla, Julia la bloqueó sin pensarlo dos veces.
Al llegar a casa, fue directo al estudio.
Sacó el falso certificado de matrimonio de la caja fuerte, lo rompió sin dudarlo y lo tiró a la basura.
Luego tomó su equipaje y se fue al aeropuerto.
¡Desde ese momento, en su futuro ya no existiría Daniel!