Capítulo 16

Alejandro no se rindió; torpemente imitaba a Manuel y cada mañana temprano esperaba bajo la residencia de Nuria, con un desayuno cuidadosamente preparado en la mano. Cada vez que Nuria bajaba, Alejandro corría ansioso hacia ella. —Nuri, antes te encantaba el desayuno de este lugar... Nuria ni siquiera lo miraba; solo tomaba directamente la comida y la arrojaba al cubo de basura al lado. Luego se giraba, con una mirada en la que no había el menor disimulo de desprecio. —Alejandro, todo lo que haces solo vuelve a recordarme, una y otra vez, lo cruel que fuiste. La mano de Alejandro quedó suspendida en el aire, y su cara se volvió de repente tan blanca como una hoja de papel. Unos días después comenzó a llover. Alejandro se quedó de pie fuera del edificio de laboratorios de Nuria, sin paraguas, dejando que la lluvia helada lo empapara por completo. Recordaba que hacía mucho tiempo también había cruzado media ciudad sin pensar en nada más, solo para buscarla, y en aquel entonces ella se ha