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Capítulo 6

—¡Rocky! El grito de Noelia atravesó el pasillo; sintió que el corazón se le rompía. Se lanzó hacia él, tratando de contener la sangre que brotaba sin parar. —¡Doctor! ¡Sálvenlo! ¡Por favor! En el caos, Susana huyó presa del pánico. Rocky fue llevado de urgencia al quirófano. Noelia quedó sentada en el suelo, atónita, mirando sus manos y su vestido empapados de sangre. Pero Rocky no sobrevivió. Aquel cuerpo que antes era cálido, que se movía alegremente moviendo la cola, ahora no era más que una rigidez fría y sin vida. Con los ojos enrojecidos, la asistente la sostuvo y la convenció a medias para realizar los trámites posteriores. Noelia, fuera de sí, abrazaba el cuerpo helado de Rocky mientras avanzaba paso a paso. No sabía cuánto tiempo había pasado cuando un abrazo familiar la envolvió. Alejandro llegó apresuradamente y la estrechó con fuerza, junto con Rocky, contra su pecho. —No tengas miedo; ya llegué. Ya pasó. Al ver los ojos vacíos y sin luz de Noelia, los suyos se humedecieron: —Rocky murió, y a todos nos duele. Pero Rocky no querría verte así. —Cuando te sientas mejor, adoptamos otro cachorro. Los que tú quieras, ¿sí? Noelia no respondió. Él, algo desorientado, apretó un poco más los brazos y recurrió al método que mejor conocía para romper el silencio: —Noelia, mírame. —¿No te gustaba la villa junto al lago, al norte de la ciudad? Mañana mismo la compramos. ¿O el collar de diamantes rosas de la subasta del mes pasado? Hago que lo traigan ahora mismo. Con un dejo de súplica, empezó a enumerar todo tipo de compensaciones lujosas que se le ocurrían. Noelia, por fin, se movió. Levantó la cabeza lentamente, en sus ojos solo quedaba una calma cenicienta, sin vida. El pánico de Alejandro se intensificó de golpe. —Y el proyecto de Susana, haré que lo devuelvan a tu estudio, para compensar tus pérdidas. —¿Compensar? —Noelia habló por fin, como si estuviera conociendo a ese hombre por primera vez. —¿Pretendes compensar la vida de Rocky con un proyecto? —¿Para ti su vida es una transacción que puede medirse en negocios, es eso? La fuerza con la que Alejandro le sujetaba la muñeca se aflojó sin darse cuenta. —No quise decir eso, solo quería que te sintieras un poco mejor. Noelia retiró la mano de golpe, como si no pudiera soportar su contacto. Sin mirarlo, se dio la vuelta y depositó con infinita suavidad el cuerpo de Rocky sobre una colchoneta. —Por favor, ocúpense de la cremación. De regreso en el auto, el silencio opresivo se extendió. Noelia apoyó la mejilla contra la fría urna de cenizas y, de pronto, habló: —Alejandro, ¿recuerdas lo que dijiste cuando nos mudamos a nuestro primer hogar? Alejandro se quedó helado; los recuerdos acudieron en tropel. El departamento vacío, ella quejándose de que no había muebles, y él abrazándola con seriedad: —Aunque no haya muebles, tenemos una familia. —Tú, yo y Rocky. Somos una familia. Y en el futuro seremos más. Pero ahora... La nuez de Alejandro subió y bajó; en sus ojos se agitaron emociones complejas. Desde ese día, Alejandro pareció empeñado en demostrarse algo a sí mismo. Cortó por completo el contacto con Susana y comenzó una compensación casi frenética hacia Noelia. Pero Noelia pasaba los días en el estudio, refugiándose en el trabajo y evitando quedarse a solas con él. Entonces Alejandro alquiló todo el piso contiguo al estudio y lo transformó en su oficina temporal. Movilizó todos sus contactos y fue enviándole a Noelia proyectos de primera línea, uno tras otro. Ella los rechazó todos. Quedaba solo una semana del período de reflexión del divorcio. No quería seguir viviendo bajo su protección ni su control. Lideró a su equipo día y noche y, gracias a una propuesta de enorme creatividad. Consiguió finalmente una colaboración con la prestigiosa marca Albor Nube. Era un logro que le pertenecía por completo. El día de la firma, Noelia se encontraba en el estrado, exponiendo con aplomo su concepto de diseño, irradiando seguridad y luz propia. Sin embargo, en la ronda de preguntas de los periodistas previa a la firma. Uno de ellos tomó el micrófono, primero hizo dos preguntas rutinarias sobre el proyecto. Luego, cambió abruptamente de tono: —Se rumorea que usted ayudó al entonces caído presidente Alejandro, porque se fijó en su identidad y su fortuna. —Incluso hay quienes afirman que en sus diarios personales de juventud escribió que lo rescató porque aquel reloj parecía muy valioso. ¿Cómo responde a esto? ¿Confirma así la etiqueta de mujer materialista?

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