Capítulo 40

Como organizador de la reunión, Pablo se acercó con una amplia sonrisa. —Señor Daniel, si no aparecías pronto, iba a pensar que me habías dejado plantado. Daniel y Pablo se abrazaron como viejos amigos. —En una cita organizada por el señor Sergio, no me atrevería a faltar. Llegué tarde porque tuve que recoger a alguien a último momento. Pablo dirigió una mirada hacia Clara y, al verla, quedó sorprendido por su extraordinaria belleza. —¿De qué familia es esta joven? Posee una hermosura realmente fuera de lo común, casi una perfección terrenal. Sin embargo, aquellas palabras de elogio resultaron sumamente irritantes para los oídos de Sergio. Daniel le dio un leve golpe en el pecho a Pablo. —No empieces, la vas a hacer sonrojar. Es tímida y no está acostumbrada a tus bromas. Es mi amiga; acaba de llegar a Solarena hace poco, y hoy la traje para que conozca un poco del ambiente. Pablo y Daniel se conocían por medio de amigos en común. No podían considerarse íntimos, pero se respetaban y cu