Capítulo 88
Sergio aún no había pronunciado ni una sola palabra.
Ignacio volvió a girar hacia Amelia: —Cada una de estas dos mujeres tiene su propio encanto. Si fuera yo, tampoco sabría a cuál dejar vivir. Así que, ¿qué te parece si lo dejamos al azar?
Ignacio soltó unas carcajadas y decidió cerrar los ojos para determinar la suerte de Amelia y Clara.
Cuando el mástil del lado de Amelia estaba a punto de girar hacia el mar, ella gritó de pronto: —¡Señor Sergio, encontré a la persona que usted me pidió buscar!
El rostro de Sergio cambió de inmediato: —¡Espera!
Clara, que debía haber sido girada hacia la cubierta, fue, por esa orden de Sergio, nuevamente dirigida hacia el mar.
Ignacio abrió los ojos, sorprendido, como si hubiera hecho un gran descubrimiento: —Vaya, no lo hubiera imaginado... Así que ella es el verdadero amor de mi tío.
Sergio quiso aclarar que no era eso lo que quería decir.
Pero, al mismo tiempo, en los ojos de Clara vio un destello de burla.
¿Era burla, verdad?
Aquel brillo fugaz

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