Capítulo 29
Diego, por su parte, también se había enterado de que María había desaparecido.
Sabía que los asuntos de su empresa ya se habían resuelto y que aquel día ella estaría en casa todo el día.
Al mediodía, Diego, impulsivo, decidió volver a verla.
¿Quién lo habría imaginado? Al llegar, la casa estaba vacía.
Diego llamó a María de inmediato, pero su teléfono estaba apagado.
Sí, esos dos secuestradores, después de subir a María al auto, ya le habían apagado el teléfono.
Diego se extrañó mucho, ¿a dónde habría ido María?
Era pleno día; ella no solía apagar el teléfono. ¿O se le habría acabado la batería?
Diego frunció ligeramente las cejas y de pronto sintió un mal presentimiento.
María no era de las que dejaban asuntos sin avisar.
Además de ir a ver a Laura, ¿a dónde más podría haber ido?
Pero ella había ido a ver a su abuela el día anterior.
¡Ah, cierto! Diego recordó que María tenía una buena amiga llamada Rosa.
Así que de inmediato pidió a Ricardo que buscara el contacto de Rosa.
Encontrar

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