Capítulo 74

De repente, María recordó la sopa que Diego había bebido en la cena y la misteriosa bolsa que Lucía le había entregado. ¿No sería lo que estaba imaginando? Ella se ruborizó. Diego dejó escapar una sonrisa amarga, mirándola con otras intenciones. —¿Tónico? Je... Eso era una sopa "revitalizante", preparada para... Animar la situación. María comprendió al instante, y su cara se encendió. —¿Qué? ¿Tu madre... Cómo pudo hacer eso? Diego soltó su mano, masajeándose las sienes con gesto resignado. —Ella siempre ha querido un nieto, lo sabes. Lo que no esperaba era que recurriera a este método. Al escucharlo, María sintió tanta vergüenza que hubiera querido abrir un agujero en el suelo y esconderse. Al verlo sufrir así, además sintió culpa. —Lo siento... Yo no sabía que la sopa tenía algo raro. Incluso te animé a que la bebieras... Diego negó, forzando una débil sonrisa. —No es tu culpa. Tú no lo sabías. En realidad, tampoco era justo culpar a Lucía. Beatriz había regresado y el ruido mediático