Capítulo 38
Raúl volvió, y ya habían pasado dos clases.
Se sentó enfurecido, lleno de ira, tanto que ni Victoria se atrevía a acercarse.
Con él entraron también varios compañeros con varios moretones en el rostro.
Camila recordó que esos chicos eran todos subordinados de Ignacio, y en su vida anterior habían sido los que más la acosaban.
La voz de Victoria se oyó con fuerza desde un lado, cautelosa. —Raúl, ¿te lastimaste? Te compré analgésicos, antiinflamatorios, ungüento para aliviar, parches para el dolor, curitas, en fin...
A Camila se le tensaron los labios; eso parecía que había traído toda la farmacia solo por él.
Raúl, impaciente, le dijo: —¡Fui yo quien los golpeó, no ellos a mí! ¡Retira eso de aquí!
Victoria se sintió algo agraviada. —Me parece que tu mano está herida, ¿quieres que te ponga una curita?
Raúl miró el dorso de la mano y finalmente le extendió la mano, permitiéndole colocar la curita que había preparado con esmero.
Juan entró y golpeó los libros que llevaba en brazos sobre la

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