Capítulo 11

Cuando comenzó la ceremonia, las luces del salón se atenuaron por completo. Mauricio estaba de pie sobre el escenario, de espaldas a la puerta principal. El haz del reflector lo bañaba por entero, y sentía el corazón golpearle el pecho con violencia. La música comenzó: la pieza de piano que habían escogido tras semanas de búsqueda. No querían la típica marcha nupcial; la encontraban vulgar y predecible. Durante aquellos días, habían escuchado casi todas las melodías posibles. Hasta que Mauricio terminó sintiendo náuseas de tanto oírlas. Recordaba cómo Valentina, apenada, lo abrazaba y se culpaba por ser tan exigente. Pero él solo le rodeaba la cintura, acariciándole suavemente el cabello: —Tonta, casarme contigo es el sueño de mi vida. ¿Cómo podría quejarme de tus caprichos? —Nuestra boda tiene que ser perfecta. Y ahora, Valentina estaba detrás de él. Sintió unos pasos detenerse a sus espaldas y, emocionado, se volvió de inmediato. —Valentina, yo... La voz se le quebró de golpe, fue co