Capítulo 14

Mauricio no sabía cómo había salido de allí. Se sentó en el auto sin encender el motor. Se dejó caer, exhausto, contra el respaldo y cerró los ojos. Las luces de neón se filtraban por la ventanilla, pero no alcanzaban a iluminar el vacío insondable de su mirada. Las palabras de Paola le arrancaron sin piedad la máscara del autoengaño, dejándolo sangrante frente a la verdad. Había sido él. Había empujado con sus propias manos, paso a paso, a Amaya, quien siempre lo tuvo como su mundo, hacia la desesperación y los brazos de otro. El remordimiento se enroscó en su corazón, apretándolo hasta volver la respiración casi imposible. No. No podía perder a Amaya de esa manera. Tenía que hacer algo. ¿Compensar? Sí, compensar. Mientras mostrara suficiente sinceridad, mientras le dejara ver su arrepentimiento y su amor, ella sin duda cambiaría de opinión. Ella lo había amado tanto, ¿no era así? ¿Cómo podía desaparecer ese sentimiento de la nada? Tenía que ser porque había sufrido demasiado. Estaba