Freya
Al día siguiente, cuando llegué, la escuela era un bullicio.
Todo el mundo parecía estar susurrando sobre algo de lo que yo no tenía ni idea. Cualquiera que fuera el tema, debía haber sido algo muy interesante si estaba manteniendo a toda la escuela fuera de las aulas. Incluso durante la hora del almuerzo, todos seguían murmurando sobre algo.
Sin embargo, cuando vi a la señora Leyland, la secretaria del director, entrar a la cafetería y caminar directo hacia mí, lo único que se me vino a la mente fue que ya todos se habían enterado de lo que había pasado. 
Mi corazón empezó a latir a mil por hora y sentí que mis pies se quedaban congelados donde estaba parada, en medio de la cola para comprar el almuerzo. Volteé a buscar a Cameron, que debía estar en su mesa de siempre, solo para descubrir que no estaba ahí. 
"Señorita Walker", la señora Leyland dijo, parándose frente a mí. Era var

Cameron
"Hoy tampoco vino", Sarah anunció, recordándome el hecho por enésima vez. "¿No quieres ver cómo está?" 
Suspire y volteé a mirarla. "¿Por qué eres tan persistente?" Pregunté.
Al fin y al cabo, Freya misma me había dicho que no quería vivir de mi caridad. ¡Por el amor de Dios, ella había pensado que quería ayudarla por m*ldita caridad!
Sarah levantó las cejas y vi cómo su flequillo se deslizaba por su frente mientras inclinaba la cabeza a un lado. "¿No es obvio? Creo que apenas cumplas dieciocho años mañana y descubras que ella es tu compañera, te arrepentirás de esta decisión", respondió. "Confía en mí. Si no me haces caso, te darás cuenta muy tarde lo tonto que estás siendo. Freya es humana, así que no se enamorará perdidamente de ti después de lo que le estás haciendo. Serás tú quien corra detrás de ella, rogándole que te perdone. Para ser sincera, si no das tu brazo a torcer, 

Cameron
Esa noche, me paré frente a mi padre, a quien los guardias de la escuela ya le habían informado que algo había pasado más temprano. De todos modos, no estaba preocupado porque quería que mi padre se enterara sobre ese incidente. Él también era mi Alfa y debía estar al tanto de las cosas que sucedían en su territorio, cosas en las que me había visto obligado a involucrarme. 
Sin embargo, no me habían llamado a la oficina del Alfa por lo que pasó en la escuela, sino porque los guardias habían visto que mis ojos se habían vuelto ojos de lobo frente a un ser humano, amenazando con exponer nuestra existencia. 
"¿Tienes una explicación para lo que pasó?" Mi padre preguntó con los ojos entrecerrados. 
"No", respondí. "Hice lo que tenía que hacer para asustar a ese b*stardo". 
"¿Y qué hizo ese hombre que casi te obliga a exponer nuestra existencia?" Mi padre preguntó, levantando una ceja. 
"Intentó abusar de una compañera de clase", respondí, viendo cómo sus ojos se abrían de par en par. "Él le pidió que se quedara después de clases porque quería darle lecciones extra, pero Sarah dejó un cuaderno en el aula y cuando volví a buscarlo, la puerta estaba cerrada con llave y la chica estaba intentando escapar de ese hombre". 
Mi padre soltó un largo suspiro y se frotó los ojos mientras se recostaba en su silla. "¿Cómo está esa chica?" Preguntó.
"Asustada", respondí con firmeza, recordando cómo Freya había estado, en el suelo, indefensa y aterrada. "Pero ella no quiere denunciarlo. Probablemente, porque tiene miedo de las preguntas que le harán los policías". 
"Entiendo", mi padre dijo, asintiendo con la cabeza. "Le pediré a uno de los soldados que se asegure de que ese hombre se vaya de la ciudad mañana. Y me aseguraré de que la escuela informe sobre lo que hizo, para que no pueda volver a trabajar en otra escuela. Ya puedes irte". 
Aun así, me quedé parado donde estaba y al ver que no me movía a pesar de que me había pedido que me fuera, mi padre me miró con el ceño fruncido. "¿Tienes algo más que decir?" Preguntó. 
"Sí", respondí, dudando un poco. "Necesito un favor". 
*
Al salir de la oficina del Alfa, me sorprendió ver a Derek esperándome. 
"¿Derek?" Pregunté, levantando las cejas. "¿Qué estás haciendo aquí?"
"Vine para asegurarme de que estuvieras bien", respondió, encogiéndose de hombros. Tenía las manos metidas en los bolsillos de sus jeans. "¿Te metiste en problemas?" 
"Por supuesto que no", respondí, frunciendo el ceño. "¿Quién te dijo que estaba aquí?" 
"Aiden", dijo. Era uno de los guardias de la escuela. "Me dijo que hubo algunos problemas después de que nos fuimos, e involucraba a una humana. ¿Quién fue?" 
Derek era uno de mis amigos más cercanos y nos conocíamos desde que éramos niños, pero ahora último había empezado a sentirme un poco irritado por su curiosidad. ¿Acaso estaba pasando algo por alto? ¿Cuándo habíamos empezado a distanciarnos? ¿Y desde cuándo había empezado a preguntarme sobre todas las cosas en las que me veía involucrado? ¿Cuándo nuestra amistad había empezado a cambiar de esta manera? 
"Alguien que no conoces", respondí con una sonrisa forzada antes de voltearme para irme. 
No obstante, por alguna razón, tenía la sensación de que él no iba a dejar las cosas de esa manera. Lo más probable era que siguiera preguntando hasta que Sarah o yo le contáramos la verdad. Como no quería que se enterara de lo que había pasado, al llegar a mi habitación, le envié una nota mental a Sarah. 
"Ten cuidado con Derek. No le cuentes mucho sobre lo que pasó hoy", dije. 
"No he hablado con él", Sarah respondió de inmediato. "Pero pasó por mi casa antes de irse a la casa de la manada. Supongo que ya lo viste". 
"¿Soy yo o tú también notaste su comportamiento extraño?" Pregunté. Si había alguien que era buena para leer a la gente, era Sarah... y Alex también. No obstante, Alex se había ido a la ciudad a buscar provisiones para la manada y todavía no se había enterado de lo que había pasado.
"Creo que tengo una teoría, pero no puedo hacer suposiciones hasta que tenga más pruebas", Sarah dijo. Su voz se estaba alejando un poco. "Te veré mañana, Cam. Ya me voy a dormir". 
"Buenas noches". 
Cuando me fui a la cama esa noche, la única persona en la que podía pensar no era Sarah o Derek, sino la chica de ojos azules y cabello oscuro que parecía que estaba a punto de partirse en dos en cualquier momento. La chica que podía terminar siendo mi compañera. 
La próxima semana sería mi cumpleaños número dieciocho, solo entonces sabría con seguridad si ella lo era o no. Si terminaba siéndolo, mi vida cambiaría para siempre. 

Freya
Al día siguiente, cuando llegué, la escuela era un bullicio.
Todo el mundo parecía estar susurrando sobre algo de lo que yo no tenía ni idea. Cualquiera que fuera el tema, debía haber sido algo muy interesante si estaba manteniendo a toda la escuela fuera de las aulas. Incluso durante la hora del almuerzo, todos seguían murmurando sobre algo.
Sin embargo, cuando vi a la señora Leyland, la secretaria del director, entrar a la cafetería y caminar directo hacia mí, lo único que se me vino a la mente fue que ya todos se habían enterado de lo que había pasado. 
Mi corazón empezó a latir a mil por hora y sentí que mis pies se quedaban congelados donde estaba parada, en medio de la cola para comprar el almuerzo. Volteé a buscar a Cameron, que debía estar en su mesa de siempre, solo para descubrir que no estaba ahí. 
"Señorita Walker", la señora Leyland dijo, parándose frente a mí. Era varios centímetros más alta que yo gracias a sus tacones altos. "Por favor, venga conmigo a la oficina 

Capítulo 20