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Capítulo 8

En el hospital, Edward corre hacia la habitación y entra apresuradamente. Cecelia mira en su dirección y empieza a llorar. Él corre hacia ella y le toma la mano mientras se encuentra tendida en la cama, mira hacia el médico y pregunta: "¿Qué diablos le pasa a ella? ¿Por qué está llorando así?". El médico sacude la cabeza lentamente y susurra: “No me corresponde a mi informarle. Cuando se calme, ella misma se lo dirá". Edward lo mira de mala manera y le grita: “Si es así, ¿qué demonios está haciendo aquí? ¡¡Apártese de mi vista!!" Cecelia toma la mano de Edward y la pone bajo de su cabeza. Lo acaricia, y las lágrimas caen sobre su mano. Él la mira impotente y le dice con calma: “Cece, si no me dices qué te pasa, no sé cómo ayudarte. Por favor háblame, estoy aquí para ocuparme de ti.” Ella llora débilmente, lo mira con sus ojos enrojecidos, sacude la cabeza, y con voz entrecortada dice: "Edward, estoy muriendo". Edward mira en dirección al médico, y este asiente con la cabeza. Él aprieta su mano con más fuerza, y ella se estremece. La suelta rápidamente y comienza a calmar su brazo dolorido. Ella sonríe débilmente y susurra: “Tengo un sistema inmunológico debilitado, por lo que el virus funciona más rápido de lo que debería". Él la mira confundido, y ella continúa: “Por favor, prométeme que después de que te lo cuente todo harás lo que te pida". Él hace un gesto de asentimiento, pero ella insiste, su voz elevándose apenas. “¡Por favor, habla y prométemelo! "¡¡Te lo prometo!!" Responde él, y ella sonríe. …. Están sentados en un sofá blanco, y ella no deja de mirarlo. La sonrisa de él no se puede ocultar, y tras un minuto sacude la cabeza y habla: “¿Suficiente con el juego de miradas? Permíteme preguntarte, ¿cómo has estado estos siete años sin mí? ¿Fuiste golpeada por algunos sinvergüenzas? ¿Terminaste la escuela? ¿Dónde trabajas ahora? Incluso escuché que te casaste, ¿ya tengo un sobrino?". Ella suspira ruidosamente, sacude la cabeza y responde: “Jonas, lloré durante semanas cuando aquel hombre vino a mi albergue para contarme que estabas muerto. Sentí que lo había perdido todo, y que merecía unirme a ti en la próxima vida. Incluso intenté suicidarme, y fue entonces cuando conocí a Edward, en el hospital donde me internaron por intento de suicidio. Había ido a visitar a un amigo suyo que estaba en coma, y me tropecé con él”. Ella se queda en silencio, y él la insta a seguir adelante con un gesto de la mano. Ella sonríe tristemente y continúa: “Me sonrió y me ayudó a levantarme, en ese momento pensé que había encontrado un ángel. Me ayudó a llegar a mi habitación, porque me sentía débil. Cuando estaba a punto de irse, le pregunté cómo se llamaba, y me respondió 'Edward'”. Está a punto de continuar, pero él la interrumpe y le dice: "¿Entonces tu vida entera giraba en torno a él? ¿Qué hiciste con tu propia vida? Tenía una buena cantidad de dinero en mi cuenta, que podría haberte ayudado con cualquier negocio en el que te hubieras aventurado. ¿Qué pasó con eso?". Ella solloza y responde: “Tuve que entregar una dote a la familia a la que estaba ingresando cuando Edward y yo decidimos casarnos. Mis suegros insistieron en que les diera algo, ya que era una don nadie sin antecedentes familiares. Así que les di los mil millones, y al menos estuvieron satisfechos por un tiempo. Pero luego querían más. Y no pude dárselos, así que me convirtieron en una esclava en la casa de mi esposo”. Jonas se levanta abruptamente de su asiento y se aleja de ella. Su puño está cerrado, su espalda erguida, y habla con una voz grave diciendo: "¿Cómo se atreven? ¡¡Están buscando la muerte!! ¿Qué hay del tal Edward? ¿Cómo te trató después del matrimonio?" Ella también se levanta, y lo tranquiliza: “Jonas, no te enojes por el pasado, estoy aquí contigo, ¿no es cierto? Es posible que no hubieras podido encontrarme por ningún lado si ellos no hubieran causado todo ese alboroto. Pero confía en mí, limpiaré mi nombre, y nadie me mirará mal, ni hablará mal de mí”. El se vuelve hacia ella y le dice: “Alexia, lamento mucho lo que tuviste que pasar. Siempre fuiste una chica dura, incluso solías derrotarme tanto en combate como en sabiduría. Pensé que estarías bien por tu cuenta, pero mira lo que pasó. Pero no te preocupes, ahora tienes a tu hermano a tu lado, y te prometo que de ser necesario moveré las montañas por ti.” Ella sonríe y corre hacia él, lo abraza por la espalda y sollozando dice: “Tenerte de vuelta es suficiente, soy la persona más feliz del mundo. No necesitas mover ninguna montaña”. Jonas se vuelve hacia ella y pregunta: “Entonces, ¿cómo sugieres que castiguemos a esa familia? ¿Debo apropiarme de todo lo que tienen? Sabes que eso los convertirá en mendigos. ¿O debería hacer que los maten? Tienes dos opciones, elige una.” Ella jadea sorprendida, sacude la cabeza y responde: “No, solo quiero limpiar mi nombre. Cecelia Frank, esa manipuladora, intentó acostarse con Edward, y cuando no lo consiguió me incriminó con un acto atroz. Incluso tengo pruebas que demuestran mi inocencia”. Él le acaricia la cabeza con delicadeza y le dice: “Incluso si no hubiera evidencia, me habría asegurado de fabricarla. Y créeme, si no mato a esa mujer, ya que ella ama tanto el s*xo quizás podría venderla para que la usen como juguete s*xual".

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